Morelia, Mich. 28 de septiembre 2023.- El sistema aduanal mexicano ha enfrentado un silencioso colapso que ha dejado a importadores y exportadores en un estado de incertidumbre y exasperación. Las fallas más graves ocurrieron el pasado 18 de septiembre, especialmente en el puerto de Manzanillo, donde las interrupciones del servicio se prolongaron durante aproximadamente 12 horas.
El general André Georges Foullon Van Lissum, titular de la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), atribuyó estas fallas a problemas de suministro de energía eléctrica, echando la culpa al historial de apagones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y, en última instancia, a Manuel Bartlett, director de la CFE.
Sin embargo, esta explicación no ha convencido a muchos, ya que se ha señalado que el colapso del sistema aduanal no es simplemente un problema de suministro eléctrico, sino el resultado de la falta de experiencia y de la improvisación de los militares que han asumido responsabilidades en las aduanas. La comunidad portuaria había advertido sobre las consecuencias previsibles de los cambios en los protocolos implementados por los militares, advirtiendo que podrían llevar al colapso del sistema aduanal, lo que tendría graves repercusiones económicas para el país.
El presidente de la Asociación Mexicana de Industria Automotriz (AMIA), José Zozaya, destacó la gravedad del incidente y su impacto en la cadena de suministro. Además de Manzanillo, se habían reportado fallas similares en otras aduanas en el último año, como Tijuana, Ensenada y Veracruz, lo que afectó el intercambio comercial diario entre ciudades como Tijuana y San Diego.
Se ha señalado que la “curva de aprendizaje” de los militares en la gestión aduanal está siendo costosa, ya que parecen estar implementando nuevos modelos operativos sin un conocimiento adecuado del sistema. Además, se han pospuesto soluciones que deberían ser prioritarias, como la creación de infraestructura en puertos como Manzanillo, la actualización de la tecnología en las aduanas marítimas de Veracruz y la falta de políticas públicas para abordar los problemas migratorios en Tijuana y Ciudad Juárez.
Además, ha habido molestias locales con los administradores portuarios y aduaneros de orientación militar, quienes se han convertido en actores de poder que buscan influir en procesos políticos y electorales, lo que ha generado una multiplicación de plazas sin un propósito real en la cadena de funcionamiento. El temor es que, al igual que en otros ámbitos de la estructura pública en los últimos años, las fallas se vuelvan la esencia misma del sistema aduanal, lo que podría tener graves consecuencias para la economía y el comercio de México.