Morelia, Mich. 6 febrero 2024.- Tras el incidente ocurrido en el distribuidor vial Paso Morelos, la situación se torna sombría y preocupante. A pesar de las afirmaciones del secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, Rogelio Zarazúa Sánchez, y del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, la realidad es que la estructura del paso no está exenta de peligro.
El desprendimiento de la plantilla de uno de los túneles es solo la punta del iceberg de una serie de problemas latentes en la infraestructura vial. El hecho de que este desprendimiento haya sido provocado por las vibraciones del tráfico vehicular plantea interrogantes sobre la solidez de todo el sistema. ¿Qué más podría estar al borde del colapso debido a estas vibraciones aparentemente inofensivas?
Aunque se asegura que no hay daño estructural, es difícil confiar en estas afirmaciones cuando se revela que no se siguieron los protocolos recomendados durante el proceso constructivo. La falta de aplicación de membranas para prevenir la alta adherencia del material es una negligencia imperdonable que pone en tela de juicio la competencia de los responsables de la obra.
La incertidumbre persiste mientras se espera el dictamen de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. ¿Qué revelará este dictamen? ¿Confirmará las garantías de seguridad que intentan transmitir las autoridades, o pondrá al descubierto la fragilidad de la infraestructura vial?
Mientras tanto, las ramas del distribuidor vial permanecen parcialmente cerradas, lo que añade más caos al ya congestionado tráfico de la zona. La promesa de que el proceso de limpieza y retiro de plantillas se completará en 72 horas suena más a una ilusión que a una garantía real, especialmente cuando se trata de la misma autoridad que no pudo prever la situación actual.
El incidente en el distribuidor vial Paso Morelos revela una triste realidad: la infraestructura vial está lejos de ser segura y confiable. Las fallas en el proceso constructivo, la falta de seguimiento de protocolos y la incertidumbre sobre la integridad estructural son motivos suficientes para temer por la seguridad de los conductores y peatones que transitan por esta importante vía. En lugar de ofrecer tranquilidad, esta situación solo refuerza la desconfianza en las autoridades y en la capacidad del sistema para garantizar la seguridad pública.
