Culiacán, Sinaloa – 24 de enero de 2025 – En las últimas horas, las calles de Culiacán, capital de Sinaloa, se han visto inundadas por multitudes de ciudadanos que han salido a manifestarse en contra de la violencia que ha azotado la región. Dos marchas significativas han marcado el día, cada una con sus propios reclamos y objetivos, pero unidas en el deseo de un cambio hacia una vida más segura y pacífica.
La primera de estas movilizaciones fue impulsada por la indignación ante el asesinato de dos menores y su padre, un acto que ha conmocionado a la comunidad y ha generado un clamor por justicia. Los manifestantes, con pancartas que exigían “Justicia para Gael y Alexander”, marcharon con gritos de “¡Queremos paz!” y “¡Fuera Rocha!”, apuntando directamente al gobernador Rubén Rocha Moya, al que piden su renuncia por la inseguridad reinante. La marcha, que comenzó en el sector Infonavit Humaya y se dirigió hacia el centro de la ciudad, ha evidenciado el descontento generalizado y la urgencia de acciones concretas para frenar la violencia asociada a la disputa entre los grupos delictivos conocidos como ‘Mayos’ y ‘Chapitos’.
Por otro lado, la organización “Culiacán Valiente” convocó a una marcha que se realiza en el contexto de la violencia generalizada en la región. Esta manifestación, que partió desde la Plaza Cuatro Ríos con destino al parque Las Riberas, ha sido una expresión clara de la ciudadanía que, cansada de la ola de asesinatos, secuestros y desapariciones, exige un retorno a la paz. La convocatoria ha tenido un eco significativo en las redes sociales, con diversos sectores de la sociedad sinaloense mostrando su apoyo y participación. La marcha ha servido no solo como un reclamo a las autoridades para garantizar la seguridad, sino también como un espacio de encuentro para discutir y proponer soluciones comunitarias a la crisis actual.
Ambas marchas reflejan un sentimiento común: la necesidad de recuperar los espacios públicos y vivir sin el temor constante a la violencia. Las autoridades locales han respondido con promesas de incrementar las medidas de seguridad, incluyendo la presencia de más elementos de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano y la implementación de operativos para la detención de líderes delincuenciales. Sin embargo, para los ciudadanos de Culiacán, estas medidas parecen insuficientes frente al drama humano que viven día a día.
La manifestación de este día ha dejado claro que la sociedad sinaloense no está dispuesta a seguir soportando el yugo de la violencia. La demanda es clara: una Culiacán donde la paz no sea solo una esperanza, sino una realidad tangible para todos sus habitantes.
En conclusión, las marchas de Culiacán no solo son un grito de auxilio, sino un recordatorio poderoso de que la paz es una construcción colectiva que requiere del compromiso de todos, desde el ciudadano común hasta las más altas esferas del gobierno.