Cómo desactivar un narco gobierno

Por: Ernesto Guzmán; analista político de Pulso Michoacano
Donald Trump firmó el sábado 1 de febrero el decreto para imponer un arancel general del 25% que entraría en vigor tres días después, con el objetivo de obligar a México a frenar la migración no autorizada, el tráfico de fentanilo y contrarrestar el déficit comercial que Estados Unidos tiene con nuestro país.
El 3 de febrero la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. ofreció enviar 10 mil militares a la frontera norte, a cambio de una promesa vaga de Trump de atacar el tráfico de armas. Con ello, se consiguió diferir por un mes la entrada en vigor del decreto arancelario.
Sin saber aun lo que ocurrirá al finalizar el período de gracia, ya hay un ganador, pues Trump consiguió que sus amenazas fructificaran, aplicando su estrategia de “primero dar un descontón al interlocutor para ablandarlo, y luego sentarlo a negociar en desventaja”.
¿Cuál es el interés principal del gobierno de Estados Unidos con estas presiones? No es precisamente el cobro de aranceles, ya que impactarían la economía de Estados Unidos con mayor inflación, algo que Trump crítico de la administración Biden.
Desde luego que le preocupa la migración ilegal, pero el núcleo del decreto arancelario son los vínculos del gobierno mexicano con las bandas de narco traficantes que inundan de droga al vecino del norte, lo que se define como “narco gobierno”.
Algunos datos que respaldan su preocupación son los siguientes:
Más de un millón de estadounidenses han muerto por sobredosis de drogas desde el año 2000. Para dimensionar la brutalidad del dato, se debe decir que 405 mil norteamericanos murieron durante la Segunda Guerra Mundial; y solo 58 mil a causa de la guerra de Vietnam. Y aún más: cada año, desde 2022, han muerto aproximadamente 75 mil ciudadanos de Estados Unidos por el fentanilo que llega de México.
Cierto que los gringos son responsables del consumo de drogas, pero también lo es que la producción y tráfico de drogas se fortalece por la corrupción y complicidad en los tres niveles del gobierno de México. Este vínculo mafioso que viene de tiempo atrás, se consolidó con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República en 2018.
Las evidencias son irrefutables:
La estrategia de “abrazos, no balazos” implícitamente representó una cartilla de impunidad para los delincuentes.
Se multiplicaron las bandas regionales y los tradicionales cárteles del narco diversificaron sus áreas delincuenciales. Nos extorsionan, cobran derecho de piso, secuestran, torturan, desaparecen y matan sin pudor alguno. Que no se nos olvide: en el sexenio anterior hubo 200 mil asesinatos y 50 mil desapariciones.
Siete veces durante su sexenio viajó López Obrador a Badiraguato, la cuna del Chapo Guzmán, y cuando aprehendieron a su hijo Ovidio, el propio expresidente ordenó su liberación.
En una postura sospechosa, tanto AMLO como Sheinbaum criticaron la captura del Mayo Zambada y rechazan la clasificación de narcos como grupos terroristas.
La delincuencia controla un tercio del territorio nacional, tiene presencia en prácticamente todos los municipios del país, las diez ciudades más peligrosas del mundo se localizan en México y Culiacán lleva más de 180 días viviendo en el terror. Estados como Guerrero, Tabasco y Tamaulipas se pudren en la violencia.
Frente a este diagnóstico de cáncer en el cuerpo nacional ¿cuáles son, entonces, las alternativas de Sheinbaum para desactivar el narco gobierno en solamente un mes y evitar la aplicación de aranceles por parte de Trump?
La primera es nadar de muertito y continuar con discursos patrioteros para consumo de sus creyentes, pero con consecuencias desastrosas para nuestra nación.
La segunda es que, de manera contundente y valiente, rompa el pacto entre los gobiernos morenistas y el narco.
¿De qué trata este rompimiento?
Se trata de dar señales claras de que la presidenta gobernará para todos y fomentará la unidad de los mexicanos.
Se trata de dar en ofrenda a la justicia a algunos gobernadores y políticos de Morena, iniciando con quienes tienen mayores sospechas de vínculos con el crimen organizado, tales como Rubén Rocha Moya, Adán Augusto López, Evelyn Salgado o Cuauhtémoc Blanco.
Se trata de cortarse el cordón umbilical con López Obrador, quien inició el virtual pacto y cedió poder al narco a cambio de financiamiento y apoyo electoral.
Se trata de que Sheinbaum aspire a su trascendencia histórica, pues si retoma el rumbo republicano y democrático, le irá bien a su gobierno y le irá bien a México.
La pregunta es ¿se atreverá a dar esos pasos? Dentro de poco lo sabremos.
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