Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 30 de mayo de 2025.- Con bombo, platillo y hasta invitados de lujo, el gober Alfredo Ramírez Bedolla le cortó el listón al nuevo Paso Catrinas, un puente que según él, “viene a cambiarle la cara al poniente de Morelia”, pero que muchos ven más como una pista de desfile para el metrobús que nomás no llega.
La obra se armó en Villas del Pedregal, una zona que siempre ha sido tratada como barrio lejano, pero que ahora, con este paso superior vehicular, ya se siente parte de la capital, o eso dicen en el discurso oficial. “Este puente les da integración a la ciudad”, soltó Bedolla, como si el concreto por sí solo curara años de olvido.
Según el chisme institucional, el puente salió en 295 millones de pesos, de puro billete estatal y sin meter al estado en más deudas —al menos eso juran—. Tiene cruces peatonales, un parque lineal, un gimnasio al aire libre, pista de patinaje, banquetas amplias, LED por todos lados y, lo que más presume el gobierno: listo para el metrobús que viene “algún día” (no dijeron cuándo, claro).
Para quedar bien con la banda, el gobernador armó un show donde hasta el exgobernador Cuauhtémoc Cárdenas se dio su vuelta, junto con diputados, el presidente del Congreso local, el alcalde Alfonso Martínez y todo el gabinete. Faltó nomás la tambora y los globos.
Mientras Bedolla soltaba frases de unidad como “ya están cobijados dentro de Morelia”, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Movilidad echaba flores al proyecto: que si “obra humanista”, que si “mejora de calidad de vida”… aunque eso sí, ni una palabra sobre transporte público real o cómo mantener todo bonito después del corte de listón.
En resumen: el Paso Catrinas ya está abierto, luce chulo y moderno, pero ahora falta ver si más allá del cemento, le cambia de verdad la vida a la raza, o si nomás fue otro monumento al ego en campaña adelantada.