Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 4 de junio de 2025.- A raíz de ya hay raza que anda pidiendo que se echen pa’ atrás las elecciones del Poder Judicial, porque casi nadie fue a votar, salió la pregunta al aire: ¿se pueden anular unas elecciones nomás porque hubo poca banda en las urnas? Y la neta, la cosa no es tan sencilla ni aplica pa’ todos los casos.
Primero: la nulidad de una elección es una movida legal que se arma cuando se meten las patas feo, ya sea por trampas, delitos electorales o cuando el cochinero es tan grande que cambia el resultado. No se trata nomás de decir “nomas 1 de cada 10 ciudadanos fue a votar” y ya.
Según la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, las elecciones se pueden anular cuando:
- Se comprueban delitos electorales en al menos el 25% de las casillas.
- No se instalaron ese mismo 25% de casillas.
- El que ganó ni siquiera era elegible pa’ competir.
- Se usaron recursos públicos o privados a lo descarado.
- O cuando hay evidencia de funcionarios o partidos metiendo lana a las campañas.
Y ojo, quien puede anular una elección no es el que grita más fuerte en redes, sino las salas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que son los que se avientan el tiro de revisar si hay sustento legal o no.
Ahora, lo del abstencionismo (o sea, que poca gente va a votar), no es causa para tumbar una elección, al menos en elecciones como estas del Poder Judicial. Eso sí aplica en casos como la revocación de mandato o las consultas populares, donde se necesita un mínimo de participación del 40% pa’ que valga.
Entonces, aunque haya estado más solo que cantina en lunes la elección judicial, eso no basta pa’ decir “esto no vale”. La baja participación no es suficiente si no va acompañada de las marranadas ya señaladas por la ley.
Si no hay trampa comprobada, la elección se queda como quedó, aunque haya votado nomas la familia del candidato. Lo que sí se puede hacer es seguir exigiendo, comom grito en el desierto, transparencia y rendición de cuentas, pero eso es otra historia que se cuenta en otra cantina.