Redadas apagan la fiesta del Tri contra Dominicana en Los Ángeles

Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 11 de junio de 2025..- En Los Ángeles, esa ciudad que pa’ muchos paisanos es casi como el barrio extendido del otro lado, ya no huele a elotes ni suena el “¡México, México!” de siempre. Hoy lo que se respira es miedo, y lo que se escucha es el silencio. Y todo por culpa de las redadas del ICE que traen a la banda con el Jesús en la boca.

A unos días de que la Selección Mexicana arranque su participación en la Copa Oro 2025, el balón quedó en segundo plano. La banda latina, que antes llenaba las calles, los estadios y hasta los hoteles con porras y matracas, ahora se esconde. No por falta de pasión, sino porque la migra anda suelta, aplicando toques de queda y levantando gente sin papeles como si fueran fichas.

Los entrenamientos del Tricolor, que normalmente parecen carnaval con más verde que en un Día de San Patricio en Tepito, hoy están más fríos que abrazo de suegra. Apenas unos cuantos valientes se asoman a ver a figuras como Santiago Giménez o Edson Álvarez, mientras la policía patrulla con mirada de pocos amigos.

La reventa se fue en picada. Boletos que antes se ofrecían en hasta 400 dólares, ahora los encuentras en 100, y hasta en 20, nomás pa’ que alguien los agarre. Y ni así se ve que el SoFi Stadium se vaya a llenar. De los 50 mil boletos que ya estaban vendidos, quién sabe cuántos terminarán siendo asientos vacíos.

Incluso la Concacaf ya anda viendo si no será mejor mover el partido o mínimo aplazarlo, si la cosa se pone más pesada. La FIFA, que ya está enchilada por el choque de fechas entre la Copa Oro y el Mundial de Clubes, también ha mostrado su molestia por el caos logístico.

Así está el asunto: el Tri está listo para romperla en la cancha, pero la afición no puede ni salir de su casa sin pensar en que los puedan trepar en una patrulla y mandarlos pal’ otro lado del muro. Esta vez, el rival no está en la cancha, sino en la calle, y el partido que de verdad importa es el de sobrevivir.

Porque cuando se juega con miedo, ni el futbol sabe igual.