Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 13 de junio de 2025.- Ahora sí que la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo se sacó un diez con estrellita. Por primera vez en su historia, la UMSNH abrió una Biblioteca Inclusiva, un espacio chido, adaptado y pensado para que nadie se quede fuera, especialmente la banda con alguna discapacidad. Yarabí Ávila, la mera mera de la Universidad, fue la que cortó el listón y aprovechó para echarse un buen discurso de esos que hacen falta: uno donde pidió construir una universidad neta, sin exclusiones ni doble cara.
A la rectora no se le fue sola la cabra al monte, la acompañaron pesados del tema: Ana Sofía Bautista del DIF estatal; Marco Antonio Tinoco de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos; Silvia Manríquez, directora de Bibliotecas; y Araceli Romero, delegada de la Red Nacional para la Inclusión de Personas Ciegas y con Baja Visión. Todos llegaron bien puestos, y no pa’ la foto, sino pa’ apoyar una causa que sí vale la pena.
Yarabí tiró netas: dijo que la universidad tiene que ser un espacio chingón para todos, sin importar si ves, oyes o caminas diferente. Habló de romper barreras, de no andar con discursos vacíos y de hacer que la palabra inclusión deje de ser puro adorno. También aplaudió a su raza, como Silvia Manríquez y Antonio Ramos, por aventarse el tiro de levantar este proyecto sin chistar y con harta empatía.
El changarro nuevo no es cualquier cosa: tiene computadoras con pantallas táctiles, audífonos, software Jaws que lee en voz alta, OpenBook que ayuda con los textos, y hasta una impresora Braille pa’ que todos puedan leer a gusto. Nada de simulaciones. Esto es real.
Ana Sofía Bautista, del DIF, no se quedó atrás y dijo que esta biblioteca es de las que hacen falta: un lugar cómodo, accesible y seguro para la banda con discapacidad. “Hoy sí que la universidad hace honor a su nombre”, soltó.
Marco Tinoco, de Derechos Humanos, se aventó su buena línea también. Dijo que estos esfuerzos se aplauden, pero sobre todo se valoran más cuando vienen de jefas como la rectora, que no se andan por las ramas y sí le entran al ruedo con voluntad.
Por su parte, Silvia Manríquez explicó cómo armaron todo el changarro, con equipo de primer nivel y software que no se encuentra en cualquier lado. Y Araceli Romero remató el evento diciendo que estas acciones son las que realmente cambian la vida, porque no solo se hacen con buena intención, sino con conocimiento de causa y con la voz de quienes viven la discapacidad todos los días.
Así que ya está, la UMSNH al fin se puso las pilas con una biblioteca incluyente. Y como dijo Yarabí: que no quede en palabras bonitas, que se vea en los hechos. Porque hablar de inclusión no es hablar por hablar, es abrir la puerta y dejar pasar parejo.