¡El poder enferma y la lengua del alcalde envenena! Van contra el edil de Uruapan.

En La Opinión De Chendo De Lombardía
Van contra Carlos Manzo por hostigar a la prensa; la CEDH inicia queja por discurso de odio y señalamientos peligrosos.
Uruapan, Michoacán, 26 de junio de 2025.
Por fin alguien levanta la voz, porque cuando los poderosos pierden el pudor, el pueblo pierde la paz. Carlos Manzo Rodríguez, presidente municipal de Uruapan y autoproclamado profeta de su propio show político llamado “Nochecitas del Sombrero”, está ahora en el banquillo de los acusados. No por robar –que eso ya ni sorprende– sino por usar su lengua como látigo contra la prensa.
La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) abrió el expediente CEDH/8119/2025-Q tras escuchar y documentar las embestidas verbales del edil, quien ha calificado públicamente a los periodistas como “chayoteros”, “amarillistas”, e incluso “colaboradores del crimen organizado”. Y aunque él lo diga entre risas o con tono bravucón, esas palabras cargan pólvora en una tierra donde ya huele a miedo.
> “Las declaraciones pueden vulnerar los derechos de libertad de expresión y de prensa… con adjetivos descalificativos, denigrantes y estigmatizantes”, señala la CEDH.
El asunto no es menor. En Michoacán, donde informar es casi un acto suicida, tener a un alcalde lanzando piedras desde el palacio municipal no solo es un exceso de poder, es una invitación a que corra la sangre.
Y no es la primera vez. Ya hay al menos seis quejas formales contra Carlos Manzo por violencia estructural y amenazas. Periodistas han sido agredidos por sus simpatizantes, y una reportera fue despojada de su equipo mientras hacía su trabajo. ¿Coincidencias? ¿O parte del “ambiente” que este alcalde ha sabido construir?
Lo que hace Manzo no es libertad de expresión, es abuso de poder con megáfono. Su investidura no es para burlarse ni para linchar con palabras. Su trabajo es gobernar, no jugar al influencer con sombrero mientras incendia a quienes lo cuestionan.
La CEDH ya lo advirtió. La CNDH ya lo sabe. Y el pueblo, ese que se ha acostumbrado al silencio forzado, merece saber que hay quien todavía defiende la verdad.
Porque mientras el alcalde juega al redentor, los periodistas entierran el miedo bajo su libreta y su cámara, cada día, sin fuero ni escoltas. Y si alguien no pone un alto, las palabras del poder acabarán con la voz de quienes denuncian la podredumbre.
—Chendo de Lombardía
La voz de los que no tienen voz.
El que no chayotea… pero tampoco se calla.