Por M. Ángel Villa Juárez con información de Alfonso Compean, corresponsal en Chihuahua.
Morelia, Mich. 04 julio 2025.— El horror no se apaga ni con fuego ni con olvido. Allá en la frontera brava, en Ciudad Juárez, la tragedia sigue sacando chispas tras el hallazgo de 383 cadáveres abandonados y algunos semi incinerados en el crematorio Plenitud, un lugar que se supone debía dar descanso, pero resultó ser un basurero humano con fachada de funeraria.
El Fiscal de Distrito Zona Norte, Carlos Manuel Salas, dio el parte este jueves: “Ya van más de 600 personas atendidas que buscan noticias de sus seres queridos”. La angustia campea por los pasillos del Ministerio Público, donde un equipo de 40 servidores públicos, entre peritos, psicólogos y trabajadores sociales, se rifa día y noche para dar información, consuelo y —cuando se puede— respuestas.
Hasta ahora, 96 cuerpos han sido revisados, pero la mayoría está tan dañada que apenas se pudo recuperar huellas dactilares de cuatro cadáveres, mismas que ya se mandaron al INE pa’ ver si así se logra ponerles nombre. Otros 15 cuerpos están siendo sometidos a técnicas de hidratación forense con la esperanza de rescatar huellas más.
De acuerdo con el recuento, el saldo sigue igual:
- 218 hombres
- 149 mujeres
- 16 personas de sexo indeterminado
Y todavía hay restos disasociados, es decir, pedazos de cuerpos que ni siquiera han podido ser ligados a una persona. Podría haber más víctimas de las que se cuentan hoy.
Una noticia que retuerce el estómago fue la primera entrega formal de un cuerpo a sus deudos: un difunto que fue hallado dentro de una carroza, aún con la ropa del velorio. Lo más macabro: la familia ya tenía en casa unas cenizas falsas que supuestamente eran de él. Les dieron humo y dolor, literal.
El fiscal Salas fue claro: las cinco funerarias relacionadas con Plenitud ya están siendo investigadas, y se les está pidiendo todos los expedientes de los últimos cinco años. Si no cooperan, “les va a caer la voladora”, pues se trata de una cadena de omisiones y posibles delitos que no puede quedar impune.
“Es una cosa espantosa, una deshumanización que cuesta trabajo imaginar. Hacer negocio con el cuerpo de quienes ya no pueden defenderse, y luego irse a dormir tan tranquilos, como si nada”, dijo Salas con voz quebrada, pero firme.
Mientras tanto, en Juárez no hay paz. Las familias siguen peregrinando con esperanza y miedo. La justicia aún no llega, pero el olor del engaño y el dolor no se va. Este caso ya marcó un antes y un después en la historia de la impunidad funeraria en México. Porque no hay peor infierno que ese donde ni los muertos pueden descansar.