El pensamiento del Francotirador Judicial.
José Alfredo Flores Vargas no es un magistrado, es un militante disfrazado. Morena lo premió con un cargo que no ganó en las aulas ni en la trayectoria, sino en los pasillos de la política barata.
La Constitución pide promedio de 8 y 9 en materias afines. Él apenas alcanzó 7.8. Reprobado. No pasó el filtro académico, pero lo pasaron a la fuerza en la repartición de cuotas.
Pero no se queda ahí. Es deudor alimentario. Un hombre que no cumple con alimentar a sus hijos, sentado en un tribunal que se supone castiga faltas de jueces. Es grotesco, es inmoral.
Y todavía más: fue inhabilitado administrativamente en 2021 como jefe del Registro Público de la Propiedad. La ley pide “buena reputación”, pero él carga con un historial de sanciones.
¿Y su independencia? Nula. Es fundador y militante de Morena, suplente de Alfredo Ramírez Bedolla y protegido de Juan Pablo Celis. Su lealtad no está con la justicia, está con el partido.
La magistrada Yurisha Andrade lo dijo claro: no cumplía los requisitos. Pero la mayoría del TEEM cerró los ojos. Ahora la pelota está en la cancha de la Sala Superior del TEPJF.
⸻
Conclusión
José Alfredo Flores Vargas no es juez, no es árbitro, no es garante de disciplina. Es un militante reprobado, deudor, sancionado e impuesto. Su presencia en el Tribunal de Disciplina Judicial no solo es ilegal: es una burla a la justicia y una traición a la sociedad.
Con él sentado en el tribunal, no hay disciplina. Hay complicidad.