Adán Augusto bajo la lupa: Los vínculos con su exsecretario Hernán Bermúdez, ahora prófugo

Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 16 de julio de 2025..- El Comandante H no era ningún santo, y eso lo sabían desde hace rato. Mucho antes de que los Guacamaya Leaks lo balconearan como operador de “La Barredora”, Hernán Bermúdez Requena ya traía cola que le pisaran, y pa’ colmo, sus nexos con el crimen organizado no eran secreto entre la banda del poder.

En 2018, cuando Adán Augusto López Hernández andaba estrenando su traje de gobernador electo de Tabasco, un grupo de consultores de seguridad le advirtió que Bermúdez figuraba como “persona de interés” en bases de inteligencia federal. ¿Qué hizo Adán? Nada. Canceló el trato con los consultores y puso al “Comandante H” como su mero mero en Seguridad Pública estatal en 2019.

El detalle es que Hernán no era un aparecido, era parte de una pandilla bien conectada desde los años noventa: Adán Augusto, Jaime Lastra Bastar (hoy diputado de Morena), Humberto Bermúdez (el hermano constructor) y el propio Hernán. Los cuatro fueron apadrinados por el exgobernador Manuel Gurría Ordóñez, quien los metió al ruedo del poder cuando apenas estaban pelando los dientes.

Las fuentes afirman que desde que Hernán andaba al frente de la Policía de Investigación, ya lo tenían fichado por temas turbios: tráfico de migrantes, robo de combustible y nexos con bandas de secuestro y extorsión. Pero ni así lo bajaron del caballo. Es más, trascendió el sexenio de su compa Adán y aguantó con el interino Carlos Merino, que intentó quitarlo pero “no lo dejaron”, dicen los que saben.

Y no solo eso, cuando Merino quiso moverlo, se desató una ola de asesinatos e incendios, dejando claro quién mandaba en Tabasco. La Barredora, al principio una banda de abigeato y robacasas, se volvió una pesadilla para la raza, y aunque algunos la ligan con el CJNG, en realidad operaban por su cuenta, enfrentando incluso al narco más pesado del país.

A la banda de “los cuatro amigos” les sobran influencias y negocios turbios, desde notarías, constructoras, hasta empresas de seguridad privada que operaron con gobierno y particulares. De Hernán cuentan anécdotas de cuando se creía el sheriff, correteando con cinturón en mano a los que se emborrachaban sin cubrebocas en pandemia.

Hoy, Bermúdez está prófugo, y aunque oficialmente nadie lo cubre, las piezas no mienten: era amigo íntimo del exsecretario de Gobernación, exprecandidato presidencial y ahora senador de la República. Y en Tabasco, como en muchas partes, la línea entre cuates y cómplices es más delgada que un suspiro.

¿Qué sigue?
El escándalo ya está desbordado. Pero en México, cuando el crimen y el poder se cruzan, la justicia camina con bastón… y los de cuello blanco siguen brindando.