Estocolmo, Suecia, 31 octubre 2024.- En un movimiento que ha despertado más de una ceja, el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, se reunió con miembros de Food Collective, una organización sueca que se dedica a la comercialización de productos agrícolas. El objetivo: establecer un acuerdo para exportar limón michoacano al mercado europeo. Pero, ¿qué hay detrás de este aparentemente positivo convenio?
Durante el encuentro, Bedolla destacó que Michoacán es el líder indiscutible en exportaciones agropecuarias en México. Con cifras que indican que uno de cada tres dólares comercializados en Estados Unidos proviene del estado, el mandatario afirmó que la exportación de limón fresco es solo un paso más en la consolidación de este liderazgo. Sin embargo, algunos cuestionan si este acuerdo beneficiará realmente a los productores locales o si se trata de una estrategia para favorecer intereses particulares.
El gobernador se comprometió a formalizar un convenio de colaboración en el primer trimestre de 2025 con Food Collective, pero esto genera dudas sobre la transparencia del proceso. ¿Quiénes se beneficiarán realmente de este acuerdo? ¿Se priorizarán los intereses de los productores michoacanos o se dejará espacio a posibles intermediarios que podrían aprovechar la situación?
Además, el acuerdo se presenta en un contexto donde Michoacán ha sido señalado por la deforestación asociada con cultivos ilegales. Aunque Bedolla mencionó la promoción de certificaciones voluntarias para evitar estos problemas, la implementación efectiva de tales medidas siempre ha estado en entredicho. ¿Se están tomando las acciones necesarias para garantizar un impacto ambiental positivo, o se trata solo de palabras vacías?
Los integrantes de Food Collective afirmaron que el limón, junto con otros productos como berries y aguacates, tiene una alta demanda en Suecia, pero la pregunta persiste: ¿esta demanda se traducirá en un verdadero beneficio económico para los agricultores michoacanos? La falta de claridad sobre cómo se llevará a cabo la implementación de este acuerdo deja abiertas muchas interrogantes sobre su viabilidad y sus implicaciones.
Mientras se programan mesas de trabajo para avanzar en este tema, el escepticismo crece en torno a la capacidad del gobierno estatal para garantizar que este acuerdo no se convierta en un mero intercambio simbólico. En un mundo donde los acuerdos internacionales pueden tener consecuencias significativas, la vigilancia de la sociedad civil será crucial para asegurar que el bienestar de los productores locales no sea sacrificado en el altar de la exportación.
