Opinión

El Juego De La Sucesión. Política De Alto Nivel

Rogelio Raya Morales

Como nunca, observamos una gran incertidumbre e inseguridad en la clase política, acomodada en la administración del gobierno federal o momentáneamente fuera de ella, porque no encuentran por dónde se ha de canalizar el último tramo del proceso que conducirá a la sucesión. Por doquier, se ven las reuniones de todos los simpatizantes de todos los aspirantes serios y de todos los desplazados de otros partidos que ya buscan afanosamente cómo revivir su trayectoria dentro del presupuesto, sabedores, como todos lo sabemos, que tienen bien comprobado que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Incluso, algo que hay que observar es que no se han roto las relaciones entre los que sustentan diversas simpatías. Claro, sobre todo en la parte de abajo de la efervescencia política; arriba, entre los muchos “coordinadores”, sigue la hipocresía, los golpes bajos y se mantienen las contradicciones entre los diferentes grupos que ahora arropan a cada uno de los precandidatos que, en realidad, son contradicciones de grupos que venían desde el PRI o el PRD y que ahora, aquí, anidaron en Morena.

En realidad, fue una genialidad de AMLO el poner a competir a los precandidatos en un plan de “compañeros”, muy diferente al “tapadismo” del PRI, aunque hay que señalar que, sobre todo en dos de los contendientes, los golpeteos han sido constantes. Se advierte, como es natural en todos los contendientes, una defensa total de la 4T; no obstante, ahí donde se puede, como en el caso del sabotaje evidente ocurrido durante semanas en el Metro de la Ciudad de México, no se asume una posición de apoyo mutuo y unánime, sino más bien, incluso, se busca el descarrilamiento de una de las contendientes a la presidencia. Aun con todo esto, lo interesante es que con este método se logra que se construya una decisión unitaria entre la gente que verdaderamente promueve el voto para la elección del 24, porque así se ha estado asumiendo el compromiso y se va logrando que cualquiera que llegue recibirá el apoyo de los demás.

Decíamos que, entre los simpatizantes y militantes activos, no hay tanto problema porque se aprecia una cierta conciencia de unidad en torno del que decida el partido o Andrés Manuel. Las cosas se pueden complicar porque los coordinadores no se tientan el corazón para alentar el conflicto. Y hay varias formas de alentarlo. Desde manejar la información con un cierto sentido de monopolio, hasta difundir información no verídica o relevante, sobre todo la que se refiere a las encuestas “cuchareadas”. Destaca, además, en la situación de confusión, que se exhiben más coordinadores que militantes a coordinar; además que, en algunos casos, los mismos no se representan más que a sí mismos.

Con todo, pese a los gritos de la oposición, que busca, desde ahora construir las condiciones para, incluso, desbarrancar la elección del 24, sabiendo que no tienen ninguna posibilidad, ni solos ni unidos, todo porque solos ya no controlan a sus bases de militantes que eran votos duros seguros y, juntos, sólo comparten la nada política; es interesante constatar que, no obstante a todas las vicisitudes anteriores, la mayoría de la gente está apoyando la transformación del país, por ello se agrupan, se reagrupan y se busca que la siguiente elección no sólo sea un triunfo del candidato a la presidencia, sino un triunfo que permita avanzar significativamente en la transformación social del país.

Es decir, en la siguiente elección, y lo hemos dicho muchas veces, se busca la continuidad, la profundización y la ampliación de los cambios. La pobre narrativa de grupos procedentes de la antigua clase política, insiste en regurgitar que todo se reduce a quien quede en la presidencia y no en el proceso que garantice la continuidad de la transformación. Esto significa, y debe significar para todos los que están en el proyecto de una verdadera transformación, que la próxima elección debe ir por un cambio, ya no solamente del ejecutivo federal, sino por un cambio profundo en los demás poderes de la unión: el legislativo y, sobre todo, el judicial. Si lo entendemos así, y no solamente como un reacomodo de puestos y cargos para seguir con un cierto gatopardismo, entonces la elección que ya viene debe buscar el desplazamiento completo de los conservadores en la oposición, pero también de los simuladores que se incrustaron y se siguen incrustando dentro de nuestro proyecto de nación.

 

 

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