El Papa Francisco regañó a un joven en Morelia en 2016 durante su visita histórica

Morelia, Mich. 21 abril 2025.- Fue el 16 de febrero de 2016 cuando Francisco arribó a Morelia, en uno de los trayectos más emotivos de su gira por México. Desde su llegada, miles de fieles se congregaron para verlo pasar por las calles, agitando pañuelos blancos y entonando cánticos. En una ciudad golpeada por la violencia y la incertidumbre, su presencia fue un símbolo de esperanza y consuelo.

Durante su estancia en la capital michoacana, el Papa sostuvo encuentros con distintos sectores. Por la mañana, ofició una misa multitudinaria en el estadio Venustiano Carranza, donde hizo un llamado a los sacerdotes, religiosas y seminaristas a no ceder al cansancio ni a la desesperanza. Fue un discurso lleno de ánimo y reconocimiento a quienes sirven en comunidades afectadas por la pobreza, la inseguridad y el abandono.

Pero fue por la tarde, en el estadio José María Morelos y Pavón, donde ocurrió uno de los episodios más recordados de toda su visita al país. Ante más de 40 mil jóvenes provenientes de distintas regiones del país, el Pontífice ofreció un mensaje enérgico, directo y profundamente motivador. Les habló del valor de la fe, de resistir a las tentaciones del narcotráfico, la violencia y la corrupción. Los animó a no dejarse robar la alegría ni la dignidad.

Al finalizar el evento, Francisco, como era su costumbre, descendió del templete para acercarse a los fieles que aguardaban con emoción. Mientras avanzaba por el pasillo, saludando y estrechando manos, un joven desde la multitud lo sujetó con fuerza del brazo, provocando que perdiera el equilibrio y casi cayera sobre una persona en silla de ruedas. La reacción del Papa fue inmediata y contundente: con rostro serio, exclamó “¡No seas egoísta!”, generando un silencio momentáneo entre los asistentes.

La escena fue captada en video y difundida por medios de comunicación de todo el mundo. Más allá de la sorpresa inicial, el gesto fue entendido como una muestra de humanidad. Francisco, siempre paciente y cercano, también sabía marcar límites cuando se trataba de cuidar a otros.

Aquel episodio se volvió un símbolo más de su estilo pastoral: directo, sin filtros, profundamente comprometido con la dignidad humana. En Morelia, no solo dejó una anécdota viral, sino un mensaje poderoso: el respeto por el otro también es parte de la fe.

Su paso por Michoacán dejó una profunda huella. En una tierra marcada por la lucha, el Papa sembró palabras de consuelo, de lucha por la justicia, y sobre todo, de esperanza. Hoy, al conocerse su muerte, son muchos los mexicanos que recuerdan ese día con emoción: el día que un Papa no solo los visitó, sino que les habló con el corazón… y con autoridad.