El silencio de los famosos; El feminismo emociona y el veganismo vende, pero defender migrantes no combina con el outfit

En la opinión de Manuel MALDIA.

Hay silencios que ofenden y otros que delatan. Pero el que más indigna es el que vende. Porque hoy, en la vitrina del activismo de lujo, hay causas que cotizan alto —feminismo, ambientalismo, cambio climático, antirracismo de Netflix— y otras que simplemente no combinan con el feed de Instagram. Como los migrantes. Como los “mojados”.

Como esos jornaleros mixtecos, nahuas, purépechas, etc. que, mientras cosechan los jitomates orgánicos de nuestras celebridades favoritas, ven cómo sus tíos son arrastrados por agentes del ICE.

Las recientes redadas migratorias en Estados Unidos, con decenas de mexicanos detenidos como si fueran criminales de guerra, no merecieron ni un emoji triste por parte de nuestras élites culturales. Ni una story. Ni un miserable tuit.

¿Dónde están los activistas de alfombra roja?

¿Dónde está Tenoch Huerta, tan locuaz para hablar de representación en Marvel, pero mudo cuando deportan a paisanos con apellido triqui? ¿Dónde quedó Diego Luna, que recita estadísticas sobre el cambio climático pero no puede gastar 280 caracteres para defender a los que cosechan su lechuga libre de pesticidas?

Y que no nos salgan con que “están informándose”.

Para indignarse por Ucrania ni siquiera necesitaban saber dónde quedaba en el mapa. Pero ahora, frente a los gritos de los suyos, prefieren el silencio. Porque resulta que defender migrantes no da premios, no da portadas, no da likes.

Las influencers, por su parte, también se han quedado calladas. Kenia OS, Kimberly Loaiza, Yuya, etc No han dedicado ni una frase de apoyo. Ni una colaboración con ONGs. Solo promociones de marcas coreanas y videos bailando. Qué curioso: para denunciar micromachismos están listas, pero para hablar del ICE… no hay coreografía.

Los deportistas no se quedan atrás. Canelo Álvarez, que se pasea por Las Vegas con sombrero tricolor, ha preferido morderse la lengua. Chucky Lozano, estrella en Italia, ni una palabra. Y los beisbolistas en la MLB, muchos de ellos hijos de migrantes, parecen más interesados en sus estadísticas que en el destino de sus paisanos.

Claro, no todos. Salma Hayek, Eugenio Derbez, Pepe Aguilar, y sí, Yahritza —esa a quien tanto lincharon por su acento gringo— han hecho más por los migrantes que todos los demás juntos. ¿Ironía? No. Vergüenza para los que se dicen “voces de su generación”.

Y es que la explicación es simple y brutal: sus contratos no incluyen cláusula de conciencia. Sus agencias de relaciones públicas les marcan la pauta. El feminismo emociona, el veganismo vende, pero hablar del ICE puede hacer que te bajen de una campaña o te nieguen una visa. Así de cobarde. Así de calculado.

Hoy, más que nunca, necesitamos recordar que los migrantes no son solo estadísticas ni figuras retóricas para canciones patrioteras. Son los que limpian, cocinan, cosechan, construyen. Son los padres, los hermanos, los hijos de los que ahora callan.

Ese silencio no es prudencia. Es complicidad.

Pero hoy, más peligroso aún es el influencer que calla. Porque mientras los deportados desaparecen entre papeles migratorios, otros se esconden tras filtros y hashtags.

Y eso, señoras y señores, de apoyar unas causas rosas e ignorar el dolor de los paisanos, no es activismo, es mucha apariencia y poca identidad.