Por Cristóbal Hernández Netro, Corresponsal para Pulso Michoacano
Morelia, Mich. 25 abriul 2025. En un mensaje cargado de fe, solidaridad y preocupación, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresó este jueves su unión en oración con la Diócesis de Culiacán, luego de los lamentables hechos de violencia registrados en el templo de “La Lomita”, un lugar emblemático de devoción en la capital sinaloense.
A través de un comunicado difundido por los canales oficiales de la CEM, los obispos de México manifestaron su profundo dolor y cercanía espiritual con la comunidad católica afectada, así como con toda la población de la región. La declaración, breve pero contundente, subraya la necesidad urgente de devolver la paz a los templos y a la vida cotidiana de los mexicanos.
“Pedimos al Dios de la vida que toque los corazones de quienes siembran el miedo y que nos fortalezca como constructores de paz”, se lee en el pronunciamiento.
La expresión “que el miedo no venza a la esperanza” se convirtió en el eje del mensaje episcopal, como una invitación a los fieles a no dejarse arrastrar por la desesperanza que suele sembrar la violencia, sino a mantenerse unidos como pueblo de Dios, comprometidos con el perdón, la justicia y la reconciliación.
La CEM no ofreció detalles específicos sobre los hechos ocurridos en “La Lomita”, sin embargo, fuentes locales indican que se trató de un acto violento que interrumpió la tranquilidad del lugar sagrado, generando consternación entre los feligreses y la comunidad.
La respuesta del Episcopado se da en un contexto nacional marcado por la creciente ola de violencia en distintas entidades del país, muchas de ellas con una importante presencia de grupos criminales. En los últimos años, diversos sectores de la Iglesia católica han alzado la voz para condenar la inseguridad, al tiempo que han ofrecido sus templos como espacios de refugio espiritual y mediación.
El mensaje de la CEM cobra especial relevancia en este escenario, donde la violencia no solo arrebata vidas, sino que también busca destruir símbolos de fe y de cohesión social. Los obispos mexicanos han reiterado en varias ocasiones que la construcción de la paz es tarea de todos, y que solo podrá lograrse con diálogo, justicia y acciones concretas desde todos los niveles de la sociedad.
En su llamado más reciente, la CEM vuelve a colocar a la Iglesia como promotora de esperanza y defensora de la dignidad humana, frente a una realidad que golpea con crudeza a muchas comunidades.
Mientras tanto, los feligreses de Culiacán siguen en oración, en espera de que la paz regrese no solo a sus templos, sino a sus hogares y calles. La voz del Episcopado resuena como una súplica compartida: que el miedo no venza la esperanza.