Por M. Angel Villa Juárez
Morelia, Mich. 26 mayo 2025.- En el corazón del barroco, entre calles empedradas y murmullos de catedral, se levanta el Museo de Arte Colonial de Morelia. Ahí, donde el tiempo no pasa, sino que se enrosca en el estuco y el óleo, la Secretaría de Cultura de Michoacán invita este domingo a cruzar el umbral de lo evidente y asomarse a lo eterno.
El arte virreinal tiene esa capacidad de susurrar verdades con oro bruñido. No ilustra, advierte. No decora, duele. Y el Museo de Arte Colonial, instalado en la calle Benito Juárez 240, guarda ese dolor con devoción.
Se trata de un museo discreto, de esos que no necesitan espectaculares ni hashtags. Basta entrar para que la penumbra nos devuelva algo que no sabíamos que habíamos perdido. Entre sus piezas —custodias, lienzos, esculturas de madera policromada— una obra parece contener el enigma entero del arte virreinal: “Nuestra Señora de la Luz”, óleo anónimo donde la Virgen María rescata un alma de las fauces del Leviatán. No es sólo una escena de salvación; es un duelo entre lo divino y lo monstruoso con el alma humana como campo de batalla.
Pero lo que conmueve no es el drama barroco ni la alegoría, sino la mirada. Una mirada que no cambia con la perspectiva. Desde cualquier ángulo, los ojos de la Virgen siguen al visitante. No lo espían, lo interpelan. Como si cada quien cargara con su propio Leviatán.
La entrada es libre, como todo lo que de verdad importa. La visita, en cambio, no es gratuita: exige sensibilidad, silencio y una disposición a mirar sin cinismo. A veces, un domingo basta para reconciliarse con el pasado. Sobre todo si el pasado nos mira de frente.