Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich. 16 de julio de 2025.- Con puro sabor michoacano, se viene una de esas fiestas que no se ven todos los días: la XXV Muestra Estatal de Danza Contemporánea de Michoacán, una pachanga cultural de casi mes y medio donde los cuerpos hablarán, bailarán y hasta gritarán con movimientos que sacuden el alma. Desde La Piedad hasta Morelia, Zamora, Maravatío y Zacapu, la danza se adueñará de teatros, plazas y espacios públicos para celebrar 25 años de hacer del cuerpo una herramienta de creación y resistencia.
La cartelera está que arde: talleres para mover el esqueleto, funciones escénicas que le rompen la rutina al espectador, mesas de diálogo para chismear sabroso sobre la creación contemporánea, clases muestra pa’ los curiosos y hasta intervenciones callejeras que agarran desprevenido al transeúnte.
El asunto arranca el 24 de julio en La Piedad, donde el EBI/El Isra Chavira y el Colectivo Equipo 5 se echarán talleres de exploración corporal. Por la noche, la banda de Ecléctico & Bailarines Invitados traerá su fondita danzaria para mover la emoción. Luego se pasa la estafeta a Morelia, epicentro de la escena, con talleres, funciones en Casa de la Cultura, el Clavijero y el Teatro Ocampo, y presentaciones de compañías como Akiazotamos, Ahí-TA, Las Tías Danza, Rojo Carmín, Anverso Danza y muchos más.
No faltarán las propuestas que se lanzan a la calle, como las intervenciones de Sergio Rojas, Equipo 5, Yere Tony Aguilar, Antonieta Espinosa y Celia Béjar, que harán de banquetas, esquinas y plazas un escenario abierto, libre y provocador.
También hay espacio pa’l pensamiento: mesas de diálogo en la Casa Natal de Morelos pa’ reflexionar cómo se vive la danza, qué retos enfrenta la producción independiente, y cómo resistir bailando en tiempos donde todo te quiere sentar.
Con este fiestón dancístico, Michoacán demuestra que su gente no solo sabe cantar y comer sabroso, sino también bailar con rabia, con ternura, con historia y con futuro. Y aunque el camino no ha sido fácil —con recortes, falta de espacios y cero reflectores—, la danza contemporánea aquí sigue dando batalla, poniendo el cuerpo donde otros solo ponen discursos.
Así que ya estás avisado, barrio: julio y agosto son pa’ dejarse llevar por el ritmo, el arte y el corazón. Porque en Michoacán, la danza no se improvisa, se vive.