Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 21 de julio de 2025.- ¡Ahí nomás pa’ que se den un quemón! Este 21 de julio se cumplen cien años de que en Morelia se plantó con orgullo la Escuela Tipo, una institución que ha sido semillero de generaciones enteras de chamacos que salieron hechos y derechos pa’ enfrentar la vida con libro en mano y dignidad en el pecho.
Fue en 1925 cuando se puso la primera piedra de esta emblemática escuela, justo cuando México andaba saliendo de la Revolución, y los ideales de justicia, igualdad y educación pa’l pueblo empezaban a agarrar forma. En ese contexto, nació esta joya moreliana, bajo el modelo educativo que el generalísimo José Vasconcelos impulsaba con alma, vida y corazón desde la Secretaría de Educación Pública.
La Escuela Tipo no era cualquier changarro escolar. No señor. Su intención era formar ciudadanos completos, de esos que saben leer y escribir, pero también piensan, preguntan y defienden lo que es justo. Por eso se implementaron métodos de enseñanza innovadores pa’ la época, se involucró a la familia en el aprendizaje y hasta se organizaban actividades culturales, deportivas y de higiene que hacían de este plantel algo único.
Y no es cuento. A lo largo del siglo, la Escuela Tipo de Morelia ha sido cuna de profesionistas, artistas, trabajadores, líderes comunitarios y hasta uno que otro personaje de peso en la política local. Todos con el sello de la educación pública de calidad, con rigor, cariño y compromiso.
En este centenario no faltaron los homenajes. Desde temprano se armó la pachanga cultural, con desfile estudiantil, música de banda, bailables, y hasta exposición fotográfica con recuerdos que ponen la piel chinita. Exalumnos, maestras jubiladas, vecinos y hasta turistas se dejaron caer pa’ ver cómo una institución se puede convertir en parte del alma de una ciudad.
Durante la ceremonia central, se reconoció la labor histórica de maestras y maestros que no solo enseñaron con gis y pizarrón, sino también con corazón y coraje, en los tiempos buenos y en los no tanto. Se develó una placa conmemorativa y se anunció que habrá una rehabilitación integral del edificio, pa’ que la escuela no solo luzca su historia, sino que también siga educando con dignidad en el presente.
Aunque los discursos oficiales hablaron de “trascendencia educativa” y “formación integral”, el verdadero festejo lo pusieron los chamacos que, a cien años de distancia, siguen corriendo por los pasillos, aprendiendo de la vida y soñando con un futuro mejor, tal como lo imaginaron los fundadores allá por los años veinte.
La Escuela Tipo no es solo ladrillos y aulas. Es un símbolo vivo de que la educación pública en el barrio sí transforma, sí forma y sí aguanta vara.
¡Larga vida a la Escuela Tipo, chulada de institución que a lo largo de cien años ha sido puro barrio, puro orgullo y pura educación con sentido social!