Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich. 08 julio 2025.-.- Pues que en Granada ya se cansaron de hacer reverencias a la realeza británica y van a cambiar la jugada: ahora el juramento de lealtad será pa’ la propia isla y su gente, y no pa’ Carlos III ni pa’ su bola de herederos que ni los pelan. El acuerdo salió entre gobierno y oposición, y hasta la gobernadora general, Cécile La Grenade, le dio luz verde después de que la cosa pasó por las dos cámaras del Parlamento.
La movida no es nomás por rebeldía, sino porque los granadinos ya traen décadas con la espina de sacudirse el polvo colonial. El primer ministro, Dickon Mitchell, no se anduvo con rodeos y soltó que no hay lógica en jurarle lealtad al jefe de otro país, menos cuando ese país los tuvo de colonia. “¿Qué tiene el rey Carlos que me obligue a jurarle a él y no a mi pueblo?”, preguntó con todo el filo.
La cosa va en serio: cada ley o documento donde diga “nuestro Soberano Señor el Rey” se va a cambiar por “el pueblo de Granada”. Los que tendrán que aplicarse con el nuevo juramento son el gobernador general, los diputados, ministros y hasta quienes se hagan ciudadanos por matrimonio.
Pero ojo, este paso no es el final: el ministro de Turismo, Adrian Thomas, ya adelantó que el plan es descolonizar de fondo, no solo en el papel. Y no es que Granada se vaya a pelear con el Reino Unido, pero sí quieren mandar el mensaje de que su lealtad y sus decisiones son de casa.
Otros países caribeños, como Jamaica, andan oliendo el mismo camino y podrían sumarse pronto, sobre todo después de que Barbados se declaró república en 2021 y mandó a volar a la reina Isabel II como jefa de Estado.
El cambio también se conecta con un tema bien viejo pero todavía caliente: las reparaciones por la esclavitud. Resulta que un estudio destapó que el rey Jorge IV, antecesor de Carlos, se benefició directamente de la esclavitud en Granada. Por eso, el Comité de Reparaciones de la isla anda pidiendo disculpas públicas, lana y que el monarca deje de ser jefe de Estado.
En pocas palabras: Granada está diciéndole al mundo que ya no quiere ser patio trasero de nadie. Y que a partir de ahora, el único trono que respetan es el que se sienta en el corazón de su propia gente.