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La Seguridad Nacional. Michoacán, y Alfonsino y su Atraco

Rogelio Raya Morales

Indiscutiblemente que la política de seguridad de la actual administración federal, con problemas, con cierta lentitud, pero está dando frutos.

Hace tiempo, se hizo escarnio y burla de una frase que resumía, no textualmente, dicha política: abrazos y no balazos. Se le tomó literalmente y, con la seriedad de los que mienten a discreción una vez sí y la otra también, se decía que, ahora, en lugar de la guerra desatada por el chacal del PAN, Felipe Calderón, se consentía la delincuencia y se amparaba a los delincuentes.

Finalmente, contra viento y marea, y con un partido gobernante perdido en las candidaturas, con una agitada mal información de los medios chayoteros y, en medio de una pandemia, por demás complicada y dolorosa, a través de las mañaneras se pudo extender la idea completa de dicha estrategia de seguridad y la cual consistía en afectar las causas económicas y sociales que determinan la delincuencia, sin olvidar el ataque frontal a dicho fenómeno. La diferencia es que, en una política, la de la 4T, se combinaba fuerza y política social, y en la otra sólo la fuerza de la violencia desenfrenada, irreflexiva e insensata.

Fue tal el efecto destructivo de la guerra loca e imbécil calderonista que, en sus peores momentos, con Calderón y Peña Nieto, casi 30 de los 32 estados de la república tenían una actividad delincuencial activa y los cárteles, de existir aproximadamente 3 antes de esa locura, se incrementaron a más de 16, con decenas de grupúsculos satelitales, altamente violentos y sanguinarios, de las principales bandas delictivas.

Pero, además, contribuyó a incrementarse y consolidarse la actividad de narcotráfico, homicidio, secuestro, extorsión, etc., el hecho de que, durante casi 12 años, se tuvo un vínculo estrecho entre autoridades y delincuentes, con la Secretaría de Seguridad de la nación haciendo las veces de correa de transmisión de mensajes y negocios entre el estado y la delincuencia. No es exagerado decir que, como lo han calificado ya muchos otros analistas, durante estos dos sexenios, el de Fox y el de Calderón, se instauró prácticamente un narcoestado, difícil de desmontar por las conexiones, además, muy lucrativas y estrechas con sectores de la iniciativa privada, de dentro y fuera del país. Fueron, esos, años de mucho terror en nuestro México.

Pero, también, y no menos importante, nuestra cercanía con el mayor mercado demandante de narcóticos, con la sociedad con los índices más elevados de consumo de estupefacientes y con el país que más armas trafica en el mundo, ayudaron y ayudan a configurar una realidad altamente preocupante en nuestro país. No exageramos al decir que, mientras haya mercado de consumo de drogas, habrá quien las produzca y las trafique y, mientras la industria armamentista sea una de las principales ramas industriales en USA, no será fácil acabar enteramente con el fenómeno de la violencia, a lo más que podemos aspirar es a una disminución sensible, que es lo que se pretende actualmente.

En los informes del gabinete de seguridad, y con la pesadumbre y congoja de los prianistas, se plantea que sigue siendo un dolor de cabeza para el estado nacional la inseguridad, pero, ésta ya se concentra en escala de alarmante, sólo en 5, 6, o siete estados, desafortunadamente con fuertes impactos en otros y, desafortunadamente, nuestro estado, Michoacán, es uno de ellos. En algunos casos se dice que más de doce estados experimentan días sin registro de actividad delincuencial, sobre todo la que tiene que ver con los homicidios dolosos que son algo colateral y que va aparejado con los delitos más propiamente relacionados con la producción y tráfico de enervantes.

Obviamente, ésta es una política federal y tiene que cumplimentarse con políticas estatales y municipales. Del estado, no sabemos siquiera si el gobernador asiste a las reuniones de seguridad porque no se ha visto nada nuevo en esta materia y, la realidad, es que la delincuencia sigue campeando por sus reales en todo el estado. A muchos nos gustaría tener información de una estrategia de la fiscalía y de la Secretaría de Seguridad del Estado encaminada a garantizar la seguridad de los michoacanos, pero, parece que, del fiscal carnal, que tiende más al autismo que a la comunicación, no saldrá nunca nada y de la Secretaría de Seguridad del Estado, que es de donde esperaríamos algo más contundente, la parsimonia y el desconcierto se han instalado para quedarse.

Del municipio de Morelia, que es altamente violento, con asesinatos a diario y sin una respuesta planificada, prácticamente con una autoridad nula, no se ve por ningún lado coordinación con las demás instancias de gobierno, sobre todo con la federal, porque con la estatal ya dijimos lo que sucede. En Morelia, Alfonsino y su atraco, necesita que le llamen la atención, porque lamentablemente para lo morelianos, la inseguridad es algo brutal y terrorífico. Alfonsino y el robo, se la pasa más en los cálculos de hasta dónde le dará la actual administración, es decir, si le alcanza para pelear dentro de cuatro años la gubernatura, o el próximo año una senaduría o la reelección, que puede ser posible merced a los candidatos que Morena ya se apresta a presentarnos.

Alfonsino y su atraco, parece más interesado en una política de recolección de fondos porque lo que se deja ver como política de seguridad en Morelia es la nada y sólo vemos a unos elementos de la policía y de tránsito con una hambruna de recursos que se han convertido en una verdadera plaga para la ciudadanía. Las labores de seguridad municipal, son nulas. Tal parece que la policía sólo existe para expoliar a transeúntes y a automovilistas.

Por cierto, que ya la ciudadanía no aguanta más ese sistema de grúas privadas que son un verdadero asalto a mano armada, pues el contubernio con las autoridades es más que evidente. Las cuotas por remolques sólo están a la altura de salarios como el de Alfonsino y su corte.  También en el accidentado trienio de Morón, sufrimos esta desgracia y eso que se dijo muchas veces que se revisaría.

Bueno, de las obras viales de gran tamaño, lo dejaremos para otra ocasión. Por el momento, sólo nos interesa destacar que, en cuestión de seguridad, el municipio parece que no tiene definida una estrategia, aunque mínima en la materia y, de las sonadas y constantes peroratas de capacitación policiaca, de mejoramiento de la infraestructura y equipamiento para la seguridad, pues sólo vemos una mejoría en los sistemas de atraco a la ciudadanía con una venta abusiva de servicios municipales.

 

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