PULSO MICHOACANO

Le dan cálida recibida al mero mero de la Base Aérea en Camargo: cotorreo firme entre el Ejército y la raza

Por M. Ángel Villa Juárez, con información de Alfonso Coampean, corresponsal en Cd. Juárez

Morelia, Mich., 26 septiembre 2025.- En el mero corazón del desierto chihuahuense, allá donde el polvo se mezcla con la dignidad de la raza chambeadora, se armó la buena entre la raza del municipio y la tropa. Y es que el alcalde de Santa Rosalía de Camargo, Jorge Aldana, se lució recibiendo al alto mando de los del aire: el General de Grupo P.A. E.M. Magdaleno Castañón Muñoz, nuevo comandante interino de la Base Aérea Militar No. 11, instalada en Santa Gertrudis.

Con el sol a plomo y el protocolo echado pa’ delante, el General se aventó una plática de esas que valen oro, donde puso sobre la mesa todo lo que hacen los soldados, los de la Fuerza Aérea y los de la Guardia Nacional pa’ mantener el orden en este país que a veces tiembla pero no se cae.

Ahí, entre saludos de manos firmes y miradas serias, se habló de lo que neta importa: la chamba en conjunto. Porque no es lo mismo cada quien por su lado que todos jalando parejo. Y eso lo dejó clarito el General Castañón, quien dijo que cada quien trae su rollo —unos en tierra, otros en el aire— pero si no se coordinan con los gobiernos municipales, pues nomás no se avanza.

Y don Jorge Aldana, el alcalde, no se quedó atrás. Con firmeza de barrio y palabra de compromiso, aseguró que su gobierno le va a seguir entrando al quite con los uniformados, porque aquí en Camargo se respeta al que protege y al que defiende. Dijo que hay que jalar todos pa’l mismo lado: prevenir el delito, cuidar a la gente y que el pueblo viva sin miedo.

“Con los soldados, la Guardia y los municipales haciendo equipo, Camargo se fortalece”, fue lo que soltó el edil, dejando claro que no se andan por las ramas cuando se trata de defender al rancho.

Este tipo de encuentros, donde el poder local y el federal se miran de frente y se dan la mano, son los que hacen que el pueblo no pierda la fe. Porque una cosa es la política de escritorio, y otra muy distinta es la que se pisa con botas, con tierra en los zapatos y sudor en la frente.

Así que, entre abrazos, apretones de manos y firmeza en la palabra, quedó sellada una alianza que promete dejar huella. Porque cuando el pueblo y el ejército se entienden, el miedo se va y la esperanza se queda.