Por M. Ángel Villa Juárez
Morelia, Mich., 29 de mayo de 2025.- Otra jornada de plomo y luto se vivió en la línea caliente entre Michoacán y Jalisco, donde un artefacto explosivo tipo mina voló por los aires a ocho elementos de la Fuerza Especial de Reacción Inmediata (FERI) de la Guardia Nacional, cuando andaban en plena cacería de un centro de operaciones del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La emboscada ocurrió en un paraje rural de la comunidad El Santuario, municipio de Los Reyes, Michoacán, aunque los del FERI venían rodando desde Santa María del Oro, Jalisco, con todo y equipo blindado. Pero ni el blindaje los salvó de la trampa. La mina reventó justo cuando pasaban, y el saldo fue brutal: seis de tropa y dos oficiales murieron en el acto.
Este grupo élite, parido en agosto del 2022, fue presentado con bombo y platillo como el brazo duro de la Guardia Nacional, especializado en meter en cintura a los malosos en operaciones de alto impacto. Hoy, sus integrantes fueron cazados como conejos en un terreno donde manda el crimen y la ley entra con permiso.
Hasta el cierre de esta nota, la Secretaría de la Defensa Nacional sigue con la boca cerrada. Nada oficial, nada concreto, apenas un “se está recabando información”, aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ya aceptó públicamente que seis elementos murieron. Y mientras los jefes se ponen de acuerdo, los caídos ya suman ocho, según fuentes federales.
El CJNG, que presume poder y territorio, vuelve a ponerle el dedo en la llaga al gobierno federal. El mensaje es claro y brutal: la guerra sigue y el que entre a sus dominios, que lo haga con la bendición puesta y el acta lista.
El país sangra en silencio y los que se juegan la vida en el monte pagan el precio de un conflicto que no da tregua. ¿Y el Estado? Pues sigue buscando datos.