Morelia, Mich. 22 mayo 2025. – El gobierno mexicano se prepara para entrar a la batalla por el dominio del mercado de autos eléctricos con Olinia, el primer coche 100 % nacional que promete cambiar la movilidad urbana con un precio accesible. Sin embargo, como ocurre con muchos proyectos federales, su viabilidad real enfrenta cuestionamientos, especialmente en torno a posibles sobrecostos, retrasos y metas ambiciosas difícilmente alcanzables en el corto plazo.
Olinia es presentado como la respuesta mexicana a la masiva expansión de vehículos eléctricos chinos, conocidos por su bajo costo y el fuerte respaldo estatal que reciben. Al igual que en China, el proyecto contará con apoyo gubernamental para facilitar su desarrollo, homologación y comercialización, con precios estimados entre 90 mil y 150 mil pesos mexicanos, una cifra muy por debajo del promedio del mercado.
El objetivo, según el gobierno, es que Olinia marque el paso de México de ser un país ensamblador de vehículos a convertirse en un fabricante integral de autos eléctricos, generando empleo, sustituyendo importaciones y fomentando una movilidad más limpia.
No obstante, la historia reciente de megaproyectos gubernamentales como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o el AIFA recuerda que la ambición muchas veces no va de la mano con la ejecución. Todos ellos han registrado sobrecostos multimillonarios, ajustes a sus plazos iniciales y dudas sobre su rentabilidad real.
En el caso de Olinia, aún se encuentra en fase de desarrollo, y se prevé que su prototipo se presente oficialmente durante la inauguración del Mundial de la FIFA 2026. La propuesta contempla tres modelos distintos: uno urbano, uno familiar y una van de carga, cubriendo así las necesidades básicas del mercado nacional. No obstante, no hay detalles claros sobre la cadena de producción, la infraestructura de carga o la garantía de que los componentes realmente serán de fabricación nacional.
Expertos en movilidad eléctrica coinciden en que, si bien el proyecto es prometedor, “el respaldo estatal no garantiza eficiencia, calidad ni rentabilidad”. Advierten además que replicar el modelo chino implica un compromiso a largo plazo con subvenciones constantes, inversión en infraestructura y exenciones fiscales sostenidas, lo que puede presionar al erario si no se acompaña de resultados inmediatos.
Por ahora, Olinia representa una esperanza en el horizonte industrial mexicano, pero también un reto monumental. La clave será evitar que este proyecto se convierta en otro ejemplo de buena intención y mala ejecución, como ha sucedido con tantas otras iniciativas federales. El tiempo, la gestión y los números marcarán la verdadera ruta de este ambicioso vehículo nacional.