Morelia, Mich. 23 septiembre 2024.- La ciudad de Culiacán está atravesando una grave crisis de seguridad, que se ha intensificado tras el arresto de Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes del Cartel de Sinaloa.
Esta situación ha desencadenado un conflicto interno entre las dos facciones del cartel: los “mayos”, que son aliados de Zambada, y los “chapitos”, hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán. El enfrentamiento, que ya lleva más de dos semanas, ha dejado un saldo de al menos 50 muertos y 70 secuestros, lo que ha llevado a algunos a calificarlo como una guerra civil.
El periodista inglés Ioan Grillo, con más de 24 años de experiencia cubriendo la violencia en México, ha estado en la región y describe cómo la ciudad está paralizada, con los comercios cerrados y los niños fuera de las escuelas. Los residentes han impuesto un toque de queda por su cuenta, y el miedo se ha propagado a través de las redes sociales, donde circulan videos de los violentos enfrentamientos. Grillo señala que, a pesar de que las cifras oficiales indican 50 homicidios, la realidad es probablemente mucho más grave, ya que los periodistas locales han limitado su cobertura por miedo.
La crisis actual es consecuencia directa del arresto de Zambada el 25 de julio, un evento que ha alterado el equilibrio de poder dentro del cartel. Grillo menciona que esta detención fue probablemente parte de una lucha por el control del cartel, ya que Zambada se entregó a las autoridades estadounidenses junto con Joaquín Guzmán López, uno de los hijos del Chapo. Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador ha criticado la detención como un “acto ilegal”, el impacto en la violencia y la lucha por el liderazgo del cartel es evidente.
Grillo también reflexiona sobre la estrategia de las agencias estadounidenses, que históricamente han intentado desmantelar a los carteles eliminando a sus líderes, una táctica que ha resultado en un aumento de la violencia en lugar de disminuirla. La eliminación de un capo deja un vacío que provoca luchas internas y, a menudo, el surgimiento de nuevos y más violentos líderes.
La situación ha llevado a una psicosis social en Culiacán. La población, asustada, observa cómo la violencia se convierte en parte de su vida diaria. A pesar de ello, algunos ciudadanos parecen preferir a los mayos, quienes son vistos como una “vieja escuela” que se involucra menos en los problemas comunitarios, en comparación con los chapitos, que son considerados más violentos y asociados con la producción de drogas sintéticas.
Grillo concluye que, mientras los ciudadanos anhelan una resolución al conflicto, ya sea a través de un acuerdo o de una victoria definitiva de uno de los grupos, la situación sigue siendo inestable y peligrosa. La guerra civil que se vive en Culiacán es una compleja intersección de poder, violencia y el legado del narcotráfico en México, donde la búsqueda de control se traduce en sufrimiento para la población civil.
