Por M. Angel Villa Juárez
Morelia, Mich. 1 de julio de 2025.- Una ejecución con tintes de venganza, una maleta repleta de billetes verdes y casquillos de uso exclusivo del Ejército: eso es lo que empieza a salir a flote en el caso del asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz Vega, dos operadores cercanos a la jefa de Gobierno electa, Clara Brugada. La periodista Anabel Hernández soltó la bomba en su podcast Narcosistema, donde asegura que tuvo acceso a la carpeta de investigación del caso, y lo que ahí encontró pinta más una historia de traición, pactos rotos y silencios cómplices.
Según lo revelado, entre la evidencia que se levantó en la escena del crimen había casquillos calibre 9 milímetros, algunos con sello de la Sedena —es decir, municiones que sólo deberían traer los soldados—. Otros venían de la fábrica Águila, también restringida. Pero eso no es todo: dentro del coche donde viajaba Ximena Guzmán, se habría encontrado una maleta con alrededor de un millón de dólares en efectivo, que según testigos, fue retirada de volada por la policía capitalina. Puro oro verde en pleno Distrito Federal.
El asunto se pone más turbio cuando se menciona que ya hay al menos 14 polis investigados por alterar la escena, y que algunos ya fueron removidos. También se habla de discos duros, celulares y laptops decomisadas, todo bajo lupa de la ciberinteligencia.
Ximena y José no eran unos desconocidos. Tenían historia y cercanía con Brugada desde los tiempos de Iztapalapa. Muñoz Vega es hermano de Mariano Muñoz, uno de los fundadores de la UPREZ, organización señalada por ocupar predios para luego negociar su regularización. Vaya, no eran ajenos a la grilla de barrio bravo.
Durante la campaña de 2024, Guzmán habría sido clave en la recaudación de fondos y, según fuentes, varios empresarios soltaron lana a cambio de contratos que nunca llegaron. Eso habría desatado la molestia de quienes sienten que pusieron y no les cumplieron.
Pero hay más. Se barajea la posibilidad de que el CJNG también esté involucrado. Según la investigación de Hernández, tanto Ximena como José negociaban “protección” para predios tomados por el narco en el Centro Histórico, mismos que poco antes del crimen fueron intervenidos por autoridades. ¿La respuesta? Una ejecución quirúrgica, con mensaje incluido.
Ambos fueron acribillados en plena calle. Un tirador esperó con calma y disparó con precisión. La autopsia mostró múltiples impactos, sobre todo en Muñoz Vega, lo que podría indicar que él era el blanco. No hubo señales de violencia sexual, pero sí análisis toxicológicos, pruebas de disparo y estudios genéticos.
Lo que también huele raro es que, aunque la noticia del ataque ya estaba circulando desde antes de las 7:00 a.m. y hasta funcionarios de alto nivel ya la sabían, la carpeta de investigación no se abrió hasta pasadas las 8:40. El caso cayó en manos de un MP novato, egresado en 2019, sin tablas para llevar un expediente tan pesado.
Hasta ahora, ni un solo detenido. Puras sombras, silencio oficial y una ciudad que se pregunta si este crimen fue solo un ajuste de cuentas o un aviso a voces para quienes juegan con fuego… en medio del poder.