Morelia, Mich. 16 abril 2024.- El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el martes el cierre de la embajada y dos consulados de su país en Ecuador, como un acto de protesta ante lo que considera una injusticia flagrante: la detención del exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas.
Esta decisión unilateral representa un claro deterioro en las relaciones diplomáticas entre ambos países, reflejando la creciente hostilidad y falta de respeto por el derecho internacional.
Maduro, en un tono de indignación palpable, exigió el retorno inmediato de su personal diplomático, resaltando que su regreso solo será contemplado cuando se garantice la restitución del derecho internacional en Ecuador. Sus palabras, transmitidas durante una cumbre de la CELAC, reflejaron una profunda preocupación por el irrespeto a la soberanía diplomática y la seguridad de los representantes de Venezuela en territorio ecuatoriano.
El ministro de Información, Freddy Ñáñez, respaldó las declaraciones del presidente Maduro, subrayando el peligroso precedente establecido por el presidente ecuatoriano Daniel Noboa al apoyar el asalto a la embajada de México, un acto que Maduro calificó como una amenaza directa a todas las naciones con presencia diplomática en Ecuador.
El arresto de Glas, un político condenado por corrupción en dos ocasiones, perpetrado por la policía ecuatoriana el 5 de abril mientras se encontraba bajo protección en la embajada de México, exacerbó aún más las tensiones entre Ecuador y varios países latinoamericanos.
La respuesta de México, suspendiendo las relaciones diplomáticas con Ecuador en protesta por el trato dado a su asilado político, demuestra el alcance y la gravedad de la crisis diplomática desencadenada por la detención de Glas. Este evento, lejos de promover la estabilidad y el respeto mutuo entre naciones, refleja una región sumida en el caos político y la desconfianza, donde los principios fundamentales de la diplomacia y el estado de derecho son ignorados a conveniencia.
En resumen, el cierre de las representaciones diplomáticas venezolanas en Ecuador no solo simboliza una ruptura en las relaciones bilaterales, sino que también evidencia la fragilidad de la diplomacia latinoamericana y el creciente autoritarismo que amenaza la estabilidad regional.
